martes, 10 de enero de 2012

VERDUGOS



Los verdugos son ejecutores al servicio del Estado o de un dirigente político, religioso o social. Su trabajo consiste en aplicar las penas dictadas en contra de ciertos prisioneros. Estas son corporales y pueden incluir la tortura, la mutilación o la muerte.

También se les llama ajusticiadores. Los países que aún aplican las penas corporales y las sentencias de muerte, todavía utilizan verdugos.

Casi todas las culturas han requerido los servicios de un verdugo. Su figura se institucionalizó en Europa, donde inclusive se diseñó un atuendo destinado a proteger su identidad, consistente en trajes rojos o negros, capuchas, guantes y botas. El trabajo de verdugo generalmente era hereditario y hubo familias que durante varias generaciones ejercieron este oficio, cobrando sueldos fijos o recibiendo pagos según el número de ejecuciones. Los matrimonios a veces se celebraban entre familias de verdugos.

En la antigüedad clásica, los esclavos eran obligados a realizar las ejecuciones de los verdugos; y en las colonias romanas los legionarios eran los encargados de ajustar cuentas a los delincuentes que eran crucificados en su mayoría. En el Imperio romano los hombres responsables de los ajusticiamientos eran parte de gremios considerados deshonrosos.



Los verdugos gozaban de privilegios: buenas pagas, un lugar destacado en la corte, un sitio reservado en los cementerios y la garantía de no ser castigados por delito alguno. En algunos países, los verdugos eran admirados y temidos; en otros, no podían convivir con las demás personas o tocar los alimentos en un mercado, teniendo que señalarlos con una vara.

Ocupaban el último lugar al entrar a una iglesia y debían pedir permiso para comer en un sitio público, el cual muchas veces era denegado por el dueño o los clientes; si alguien se negaba tenía que ir a otro lado, siempre llevando su propia jarra de cerveza, de la que nadie compartía ni una sola gota. Al recibir el dinero de un verdugo, las personas se santiguaban en tres ocasiones.

En algunos lugares, los verdugos debían vivir fuera de las ciudades, además de que estaban desamparados por las leyes. Solamente podía entrar en la ciudad con un permiso especial y debían caminar tocando una campana para avisar a las personas sobre su presencia. De manera distinta al soldado, que es un asesino autorizado en tiempos de guerra, el verdugo por lo general es un asesino autorizado en tiempos de paz.



Algunos verdugos no soportaban una vida dedicada a la muerte, por lo que se refugiaban en el alcohol, sufrían depresiones o se suicidaban. Muchos de los hombres que los despreciaban públicamente, llegaban en secreto a los hogares de los verdugos para comprar toda clase de brebajes, polvos y remedios para el mal de amores.

Muchos recogían las gotas de semen al pie del patíbulo donde habían ahorcado a un reo; también buscaban allí raíces de mandrágora, una planta con supuestos poderes mágicos y raíz con forma de hombre.



Los métodos de ejecución han sido muy diversos: la guillotina, el hacha, la cruz, el garrote vil, la horca, el fusilamiento, la silla eléctrica, la inyección letal, la cámara de gas y la lapidación han sido los más utilizados.

La ejecución por lapidación suele llevarse a cabo estando el reo tapado por completo con una tela (para no ver los efectos), enterrado hasta el cuello o atado de algún modo, mientras una multitud le tira piedras. Está extendido especialmente en países musulmanes de corte social fanático-radical de aplicación de la sharia, también denominado fundamentalismo islámico.

La crucifixión es otro método antiguo de ejecución, donde el condenado era atado o clavado en una cruz de madera o entre árboles o en una pared, y dejado allí hasta su muerte. Esta forma de ejecución fue ampliamente utilizada en la Roma Antigua y en culturas vecinas del mediterráneo; métodos similares fueron inventados por el Imperio persa. Antes de la crucifixión, los romanos acostumbraban a flagelar al reo.



Algunos objetos, como los clavos que se utilizaban en las ejecuciones, eran vistos como amuletos. También las astillas de madera. En ocasiones al reo se le fijaba tan sólo a una estaca vertical, llamada en latín cruz simplex o palus. Esta era la construcción disponible más sencilla para torturar y matar a los criminales. Sin embargo, frecuentemente se utilizaban travesaños de madera atados en la parte superior del poste o estaca formando una T (crux commissa) o justo debajo de la parte superior, como la forma más familiar entre los cristianos (crux immissa).



Existen dos versiones del garrote: la española, en la cual el tornillo hace retroceder un collar de hierro, matando a la víctima por asfixia. Y la catalana, en la cual un punzón de hierro penetra y rompe las vértebras cervicales al mismo tiempo que empuja todo el cuello hacia adelante, aplastando la tráquea contra el collar fijo, con lo cual el reo perece tanto por asfixia como por la lenta destrucción de la médula espinal.

Marcel Chevalier



El verdugo inglés más prolífico fue Albert Pierrepoint, con 434 víctimas en su haber. Su padre era el fundador de una larga casta de verdugos, pero había sido retirado del servicio en 1910 por sus excesos con el alcohol durante el trabajo. Pierrepoint estuvo en activo veinticuatro años entre 1932 y 1956. Ejerció además su oficio en países como Egipto, Austria o Alemania. Tras la Segunda Guerra Mundial, ajustició a más de 200 nazis condenados por crímenes de guerra, lo que motivó que a su retorno a Inglaterra, fuera considerado una celebridad y su rostro apareciera en varios periódicos. Abrió un bar donde la gente acudía para tomarse tragos con él y escuchar las historias de sus ejecuciones. Algunas de sus víctimas más famosas fueron Ruth Ellis, Timothy Evans y John Reginald Christie. Sin embargo, una corriente opositora a la pena de muerte comenzó un movimiento contra él, y terminó recibiendo insultos y vituperios por la calle.

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